La Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó en 1999 la “Declaración y Programa de Acción sobre una Cultura de Paz”, planteando a los gobiernos, organizaciones internacionales y sociedad civil en general que promuevan dicha Cultura de Paz.
Según esta declaración, una cultura de paz es un conjunto de valores, actitudes, tradiciones, comportamientos y estilos de vida muy amplios y diversos, de los que para los objetivos de este trabajo destacamos especialmente:
El desarrollo pleno de una cultura de paz está integralmente vinculado a la promoción del arreglo pacífico de los conflictos, el respeto y el entendimiento mutuo, y la cooperación internacional (entre otras).
En resumen, nos interesa destacar aquí “el arreglo” pacífico de los conflictos, la cooperación, la libertad de expresión, la igualdad de derechos de hombres y mujeres y la protección de los derechos de los menores. Todo ello nos acerca a la idea de que la Mediación puede ayudar a la diseminación de la idea y el fortalecimiento práctico de la Cultura de Paz; en efecto, la Mediación es un método pacífico de gestión de los conflictos (no necesariamente de índole jurídico), pero también es una “cultura” en la que se adscriben valores como la libertad de información, pensamiento y expresión, el fomento de la cooperación como superadora de conflictos la igualdad de derechos de todo ser humano adulto y la protección de niños y niñas.
“En esta Resolución, se reconoce que la Paz requiere un proceso positivo, dinámico y participativo, no solo que exista la ausencia de conflictos, y que se promueva el diálogo y se solucionen los conflictos a través de un entendimiento y cooperación mutua”. (Pérez Sauceda, 2015).
El mismo autor recoge en el mismo artículo una explícita expresión de Galtung sobre “solución de conflictos”. (Galtung trascendió esta idea hace tiempo con su método TRASCEND):
Para Galtung, en Pérez Sauceda (2015): “En el trabajo para una cultura más abierta, más dispuesta a la Paz, un punto principal es la Cultura de Solución de Conflictos. Cada conflicto moviliza emociones, pero también es un problema para resolver, un choque de objetivos legítimos en búsqueda de una nueva realidad que ofrezca más compatibilidad. Hacen falta tres puentes en la construcción de esta Cultura de Paz: Empatía, No-violencia y creatividad. Con optimismo y amor es totalmente factible.”
Al ser el conflicto un hecho inherente a las relaciones humanas, la mediación se comprendería como su solución desde la paz, a pesar del conflicto existente, transformándolo en un hecho más de convivencia. Con esto conseguiríamos ir aprendiendo formas de vida más pacíficas.
Como indican Munné y Mac Cragh, citados en Pérez Sauceda, 2015: “La cultura de la mediación es un elemento inherente de la Cultura de Paz, ya que fomenta sentimientos y competencias de cohesión de todos los individuos. Tiene como finalidad la transformación no solo social, sino en el interior de cada individuo, dicho cambio nos traerá por consecuencia, la Paz externa que buscamos”.
Actualmente podemos usar herramientas de comunicación y diálogo para promover una cultura de paz e ir cambiando las costumbres que nos llevan a la deconstrucción de las relaciones. La mediación significa un cambio de cultura social que favorece la Cultura de Paz, y que además pone de manifiesto la importancia de la educación individual y social para la consecución de una sociedad más pacífica.
El aprendizaje de la convivencia influye tanto en las personas y la sociedad, como en la manera de cambiar las relaciones violentas y construir una Cultura de Paz; y en ese aprendizaje la familia es elemento fundamental:
Según Rodríguez en Barquero Brenes, (2014); “la familia es el principal eslabón social donde los niños y las niñas aprenden sobre el diálogo, la tolerancia, la solidaridad, el respeto a los derechos humanos y la búsqueda de la justicia, entre otros. Los aprendizajes obtenidos en esta instancia, posteriormente se multiplicarán en el intercambio que las personas mantengan con la sociedad.” Justo la mediación familiar es la de mayor trascendencia de entre todas las aplicaciones de la mediación, y puede colaborar eficazmente a ese aprendizaje.
Es necesario pasar de una cultura de la violencia en la sociedad, a una cultura de paz. Para ello los poderes públicos tienen que enfocar a la prevención, más que a la resolución, sobre todo por tener en cuenta las particulares necesidades de las partes. Tal paso de una cultura contenciosa a una colaborativa puede facilitarse por la conciencia social de la utilidad de la mediación.
¿Qué generación verá el progreso de la Cultura de Paz que significará la implantación generalizada de una “gestión preventiva de conflictos” y, en particular, de un “derecho preventivo”?.
